octubre 11, 2015

Economía roja, verde y azul. El color del nuevo paradigma

Sin duda, si hablamos de sustentabilidad o desarrollo sustentable, estamos comprometidos a tocar temas de economía o modelos económicos, en ese sentido este asunto pretende dar una visión general de los tres colores de la economía. Actualmente, estamos oscilando entre tres matices. Comenzaremos por describir, el modelo económico denominado, rojo. A todas luces ha sido este, objeto de críticas, reproches y análisis exhaustivos. Llevando a la conclusión, que se trata de un modelo poco equitativo, muy invasivo, que ha generado y propiciado modelos de consumo y producción excesivos, en pos de un “bienestar”, orillándonos a gastar más de lo que podemos ganar, en consecuencia, a una deuda interminable. “Una economía roja que toma prestado de la naturaleza, de la humanidad, de los bienes comunitarios, sin intención de saldar la deuda, tan solo de posponerla” (1).

En esta economía roja, el indicador de desarrollo, es el llamado producto interno bruto (PIB), que marca los niveles de producción de bienes y servicios, así como la competitividad de las empresas. Sin embargo, este indicador no incluye en su medición, el daño al medioambiente que causan las emisiones de gases a la atmósfera, ni el uso indiscriminado de recursos naturales no renovables o los salarios ínfimos de los trabajadores, mucho menos, la desigualdad social y económica. Tampoco toma en cuenta en sus indicadores, sencillas acciones que generan bienestar entre la población, como el trabajo voluntario. Contradictorio es que la violencia o el aumento de los crímenes en las megalópolis, puede influenciar de manera positiva y hacer crecer el PIB de una nación. “No tiene sentido una economía medida por el PIB, que aumenta cada vez que se produce un caza supersónico, una bomba atómica, un revólver; o que aumenta la renta per cápita, cada vez que las armas son usadas y disminuye el número de personas” (2). Vivimos en un ilusorio y falso estado de bienestar, pese a que el modelo económico actual ha comprobado que está en plena decadencia y nos ha conducido a la crisis actual, muchos se empeñen en defenderlo y perpetuarlo.

Del otro lado de la moneda, tenemos una estrategia denominada la economía verde, un intento de abordar el tema de la sustentabilidad, el cuidado de los recursos y la preservación del medioambiente, desde un enfoque mercadológico, superficial de apariencia o de alguien bien intencionado en el mejor de los casos; sin embargo, ha requerido que los productores inviertan más y los usuarios paguen más, entonces caemos en la cuenta que esta economía de lo verde resulta cara, aparatosa, llena de buenas intenciones, en algunos casos engaños, generando muy pocos o nulos resultados. Por ejemplo, el uso excesivo de agua y energía en el reciclaje del papel, el greenwashing o las falsas certificaciones.


¿Qué hace falta, entonces, para enfrentar este reto, sobre el cuidado de los recursos? Considero que una opción sería abordar el tema desde una perspectiva integral, es decir, no solo preocuparnos por la preservación, sino también de la regeneración y por supuesto la evolución. Es aquí donde aparece un concepto llamado, economía azul. A partir de la década de los ochenta, Gunter Pauli un ecónomo belga, comenzó a gestar un modelo de negocios, desde conjeturas éticas y científicas. Este modelo pretende la creación de capital social con respeto a los recursos naturales sin olvidar el aspecto económico. Pauli se dio cuenta de que los ecosistemas naturales presentaban una serie de interacciones productivas y evolutivas donde el desecho de unos, es el alimento de otros, entonces dedujo que si estos habían sobrevivido millones de años con esta dinámica, sería provechoso que los humanos emuláramos estos procesos. “La economía azul consiste en asegurar que los ecosistemas mantengan su trayectoria evolutiva de manera que todos podamos beneficiarnos del inagotable caudal de creatividad, adaptación y abundancia de la naturaleza” (3). La economía azul aspira a contribuir al diseño de un nuevo modelo económico que sea capaz no solo de responder a las necesidades de todos, sino también de convertir la escasez en suficiencia e incluso en abundancia; sin embargo, debemos ser cautelosos con este modelo y tener en consideración, que los ecosistemas, poseen una serie de complejas interacciones entre los organismos que lo componen, donde algunas de estas intrincadas interacciones no necesariamente son lo más justo, pero sí lo más beneficioso.

Referencias:

 
1. Pauli, Gunter. La economía azul, 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos. Ed. Matemas tus quets. España 2011. p. 21

2. Buarque, Cristovam. Los colores de la otra economía. [en línea] Fecha de consulta: Mayo 21 2013. Disponible en: < http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=78258>

3. Pauli. Op. cit; p. 2

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